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¿Sancionar es siempre la mejor solución?

Hacer trabajos voluntariamente a cambio de alojamiento es la última forma de hacer turismo que se está encontrando Barcelona. La respuesta de la Administración ha sido sancionar al establecimiento. Pero el caso ha llevado a cierta reflexión dentro del sector

Safestay Barcelona Passeig de Gràcia es un albergue económico situado en pleno centro de Barcelona y se ubica en un edificio modernista. Sus propietarios tuvieron la idea de promocionarlo en una plataforma brasileña llamada Worldpackers que ofrece la opción de viajar por todo el mundo “trabajando” voluntariamente en un establecimiento a cambio de alojamiento. Pero una inspección rutinaria llevó al Departamento de Empresa y Trabajo a sancionar al establecimiento con 43.295 euros por tener a cuatro turistas trabajando en la recepción o en la restauración unas 25 horas a la semana a cambio de alojamiento. Pero está claro, todo esto sin permiso de trabajo, ni residencia, ni cotizaciones ni ningún tipo de seguro.

Es evidente que hay que cumplir la ley y por lo tanto, la sanción es clara. Pero más allá de esto, una parte del sector también pide una reflexión sobre estos tipos de hacer turismo “social” cada vez más extendidos y que encuentra novedosas formas de viajar.

¿Por qué se impone una reflexión?

El turismo es un sector vivo que genera riqueza y que posibilita un intercambio cultural siempre apreciado. Ya hace unos cuantos años que encontramos modalidades de turismo que buscan otro tipo de viaje, lejos del tópico y típico alojamiento urbano más o menos masificado. Los precios hoteleros elevados y la búsqueda de experiencias más inclusivas y con cierta conciencia social han llevado a desarrollar otras opciones turísticas.
La más conocida de todas quizá sea la de las plataformas de internet que ofrecían pisos particulares para alojarse. Ante la queja del lobby hotelero y las repercusiones negativas para los barrios y la población (centrifugación, precios de alquileres inalcanzables, masificación, etc.) la respuesta de la Administración fue sancionar a las plataformas que incluyen pisos ilegales e incluso a los propietarios e intentar regular los pisos turísticos. Como es sabido, después de diversas decisiones judiciales el tema todavía no se ha cerrado del todo.

Alojarse en casas o pisos particulares ha sido desde los principios del turismo una de las modalidades más extendidas por todo el estado, especialmente en lugares donde las plazas de alojamiento no llegaban a cubrir las demandas, como Galicia o Asturias. También en muchos de nuestros pueblos de costa ha sido y sigue siendo, una modalidad muy extendida entre particulares. A pesar de esto, algunas administraciones locales también han empezado a intentar evitar estas prácticas.

Recordamos también que la Generalitat de Cataluña reguló el alquiler de habitaciones en domicilios particulares, conviviendo con el propietario, a turistas, por unos días, durante unos pocos días al año. Pero en el caso del ayuntamiento de Barcelona también se paró esta opción a pesar de la presión de la AmfiCat, la Asociación de Anfitriones de Hogares Compartidos de Cataluña.

Poco a poco han surgido otras formas de hacer viajes o vivir experiencias que implicaba a la población local. Podríamos hablar en este caso de la opción de viajar con ONG’s y participar en campos de trabajo en el tercer mundo, bastante demandado por los jóvenes o el caso tan diferente del couchsurfing, que surgió de los surfistas: viajar por todo el mundo para surfear y dormir en un sofá en casas particulares.

En nuestro entorno podemos citar como ejemplo las cenas en casas particulares (cocinando el turista o no) o pequeños cursos de cocina, también en domicilios particulares. La pandemia con el teletrabajo también nos ha traído la opción de ir a trabajar durante un tiempo a otra ciudad. Esta tendencia, llamada workation ha contado incluso con un nuevo programa de Turismo de Barcelona y la Diputación de Barcelona. Aunque la diferencia es clara, porque en el workation todo es legal, no deja de indicar opciones hasta hace poco impensables en el mundo turístico.

Es evidente que los cambios y propuestas innovadoras van por delante de la legislación y por lo tanto la Administración suele ir detrás de estas opciones. Lo que quizá no se entiende tanto es que hablando tanto de sostenibilidad y de turismo regenerativo (que tanto éxito tuvo en la jornada celebrada hace unas semanas) donde se reclama que el turismo ha de contribuir al bienestar de la comunidad, qué beneficio directo pueden tener los barceloneses si la Administración no da margen a ninguna opción de las comentadas. Y dejando de lado la tasa turística, naturalmente, ya que la recauda la Administración y no da ganancias directas a los ciudadanos.

Las comparaciones son odiosas y también puede sorprender la fijación en el turismo, cuando hay otros sectores con problemáticas parecidas sin ningún tipo de interés aparente. Es el caso de los pisos de estudiantes e incluso de muchos jóvenes ciudadanos que para independizarse de los padres no tienen otra opción que alquilar habitaciones en pisos compartidos sin ningún tipo de regulación. Y en este mismo camino encontramos esta sanción a un albergue cuando hay tanta irregularidad con el trabajo precario y en la economía sumergida.
No nos confundamos: hay que respetar la legislación y parar las actividades ilegales o alegales, pero ante pequeñas alternativas turísticas que surgen por todas partes es necesario preguntarse si la diligencia en sancionar es realmente tan urgente y la mejor solución.

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