Límite a los cruceros. Barcelona quiere seguir la estela de Palma

Palma de Mallorca abrió camino cerrando un acuerdo con las navieras que pone límite a la llegada de cruceros turísticos a la ciudad. Ahora es la alcaldesa de Barcelona, ​​Ada Colau, en una entrevista en RTVE la que ha lanzado la petición a las administraciones autonómica y estatal para que restrinjan la actividad crucerista en la capital catalana.

Como titulamos en Comunicatur hace un par de semanas en el artículo: Palma marca el camino para limitar los cruceros, anunciábamos que otras ciudades, especialmente Barcelona, ​​podrían seguir sus pasos. La alcaldesa quiere que se estudie una regulación pactada como en Palma para mitigar las molestias que generan los cruceristas en la ciudad y también la contaminación por gases que emiten los barcos.

Ada Colau ha afirmado que los datos con los que cuenta el ayuntamiento sobre el impacto de los cruceros son preocupantes y que la ciudad está sometida a un «modelo de cruceros sin límite» que no es sostenible. La alcaldesa es clara en su afirmación: «miles de personas llegan y se están pocas horas y se concentran mucho en la zona centro creando sensación de colapso». Y añade que el beneficio que generan en forma de impacto económico es relativo al no ser generalizado.

Barcelona recibió 3,1 millones de cruceristas en 2019 y este año espera llegar a las 800 escalas, una cifra muy similar a la de antes de la pandemia. Un estudio de la Universidad de Barcelona de 2016 cuantificaba el impacto económico de los cruceros en la ciudad en más de 1.000 millones de euros. También cifraba en 6.800 empleos en Barcelona vinculados a la actividad crucerista.

La intención del ayuntamiento es seguir en la línea de limitar la actividad turística. Como explica Ada Colau, ya se ha hecho limitación a los alojamientos y ahora también debe hacerse con los cruceros.