Barcelona quiere incomodar al turista para regular la actividad en la ciudad
El ayuntamiento de Barcelona se propone implantar nuevas tasas en la ciudad para ordenar el turismo. Estudia que los turistas paguen más por el transporte público y que los autocares con excursionistas tengan una tasa especial.

Ante la dificultad de poderla cobrar directamente a los visitantes, la administración local piensa en vehicularla por medio de las agencias organizadoras de las excursiones. A los autocares les impondría una tasa que les permitiría circular y estacionar. Esta medida dejaría fuera a los turistas que se desplazan por su cuenta. Aquí entraría en funcionamiento otra medida: subir el precio del transporte público sólo a los visitantes. Las tarjetas de transporte público de Metro y autobús están subvencionadas en un 54% del coste y generan un déficit a las arcas públicas. El Ayuntamiento estima que el turista debe pagar el coste real del viaje y no puede beneficiarse de las ventajas pensadas para el usuario habitual.
En los planes municipales también se incluye una revisión del sistema de bus turístico, planes específicos de movilidad para los espacios de gran afluencia o la gestión de grupos con guías. Con estas acciones el Ayuntamiento pretende controlar la movilidad turística por la ciudad haciéndola compatible con la vida cotidiana. Cada día se mueven por Barcelona 170.000 turistas que realizan hasta 600.000 desplazamientos. Representan entre el 10% y el 15% del total de desplazamientos de la ciudad.



