Las emisiones de las aerolíneas son el talón de Aquiles de la aviación
Las compañías aéreas han descontrolado las toneladas de CO2 que emiten a la atmósfera. Según datos oficiales de EASA (Agencia Europea de Seguridad Aérea) se ha incrementado casi en un 5% la contaminación de dióxido de carbono provocado por la aviación en sus vuelos por Europa.

Si las emisiones de las compañías continúan aumentando, en medio de un proceso de concienciación sobre la necesidad de aplicar medidas radicales contra el cambio climático, el sector de la aviación lo tiene complicado. Los gobiernos, que están obligados a aplicar medidas ambientales efectivas, empiezan a pensar en gravar con impuestos el combustible.
Precisamente al Parlamento Alemán ha llegado el debate sobre un impuesto al queroseno de las aerolíneas. La medida no la defiende precisamente el partido Verde, la formación Social Cristiana (CSU) de la canciller Ángela Merkel es una de las que están exigiéndola. En la práctica quiere retirar la bonificación fiscal que tienen las compañías aéreas sobre el combustible.
Holanda también impulsa a nivel de los gobiernos europeos propuestas similares para gravar las emisiones de la aviación. Francia impondrá una tasa ecológica en todos los vuelos a partir de 2020 que afectará a todas las compañías y por un importe que oscilará entre 1,5 euros y 18 euros según la tipología del billete.
Así, las medidas para combatir el cambio climático tendrán un impacto directo sobre el transporte aéreo: subirán los precios de los vuelos y se reducirá el margen de beneficio de las compañías.



