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Versiones de una sola realidad

Un balance de la temporada desde la visión del empresariado turístico, alejado de los datos oficiales.

Cuando empezamos la recta final de la temporada de verano, los medios especializados que son cuatro y sobre todo la prensa generalista, que es mucha, se aprestan a hacer balance y a afirmar, al amparo de las estadísticas oficiales, que la temporada turística se ha saldado con éxito, sobre todo si se compara la actividad de este sector con el de otros, (automóvil, farmacia, inmobiliario) dónde la caída de ventas parece imparable desde hace bastantes meses.

El balance lo hacen antes de esperar a ver cómo irá el mes de septiembre, que todos sabemos, o deberíamos saber, que es un mes clave para que las empresas cierren con beneficio bueno, regular o malo, dado que la facturación de los meses anteriores, a menudo sólo sirve para pagar los gastos fijos de un negocio turístico.

Estas cifras oficiales servirán para que las administraciones se atribuyan el éxito de estos resultados, defiendan el incremento del IVA o la aplicación del impuesto turístico y expliquen que el gasto per cápita de los turistas internacionales ha crecido de manera ostensible en España y muy especialmente en Cataluña.

No he visto todavía ningún dato segmentado por marcas turísticas, y mucho menos por subsectores. Los datos oficiales siguen tratando Cataluña, en cuestión de estadística turística, como un todo, mezclando en un mismo saco la realidad de la ciudad de Barcelona con la de Llançà, que cómo dice el reconocido y admirado chef Paco Pérez, está más allá del fin del mundo.

No he leído ninguna referencia al del precio de venta de las plazas de alojamiento en ninguno de los reportajes. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que cincuenta años después, seguimos contando el éxito turístico en base a los coches entrados por la Jonquera o por Irún, dos mañanas de verano durante tres horas.

Como mucho cuatro referencias a los establecimientos de restauración, que concentran más del 60% del empleo del sector turístico, que han visto por cuarto verano consecutivo como el gasto de la clientela caía estrepitosamente y casi no les queda margen para la reconversión y la supervivencia. Sin hablar de las empresas de ocio que deben competir como nunca con la gratuidad de las playas.

Hace falta explicar pues que la realidad está lejos de los datos oficiales. La primavera ha sido pobre como nunca, el verano ha demostrado que las crisis concentra la demanda, (menos del 30% de clientela estatal en la Costa Brava el julio), todo el mundo augura un otoño mucho peor que la primavera pasada, y el invierno es penitencia ineludible para llegar a la temporada próxima.

Ante este panorama que ya ha obligado a reducir el empleo de trabajadores del sector, cerca de un 25% en sólo 4 años, hará falta ver cuantas persianas bajadas a final de temporada, se convertirán en definitivas.

Mientras tanto ya se puede observar que las fechas de apertura y cierre de los establecimientos de temporada, se volverán a acortar el año próximo.

Todo a falta de un balance oficial que seguro será muy positivo.

Martí Sabrià i Deulofeu

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